Los emprendedores somos muy soñadores. Creamos escenarios ideales, óptimos en nuestras mentes, pero luego nos enfrentamos al mercado y a las circunstancias y nuestros sueños deben adaptarse, a veces de forma radical. En esas situaciones es normal sentir frustración y preguntarnos ¿Por qué a mi no, si mi idea es buena?
Una de las principales razones por las que nos sentimos frustrados, es porque nuestras referencias son emprendedores exitosos con más de 10 o 20 años en sus proyectos. Cuando nos comparamos no tomamos en cuenta todo su recorrido y entonces creemos que si al primer intento no obtenemos resultados increíbles, somos un fracaso.
Es importante que recuerdes que a esos emprendedores que sueles mirar como ídolos, los conocemos por sus logros, lo que no quiere decir que no hayan fracasado muchas veces. Todas las fallas o todas las veces que no lograron sus objetivos, contribuyeron a su actual éxito.
Nos educan para el éxito, nos enseñan y presionan para seguirlo. La imagen que nos venden de una persona exitosa es alguien que no está cansada, no tiene ojeras, es saludable, tiene tiempo de sobra y tiene una vida perfecta. Y mientras vamos avanzando en ese sistema educativo, éste cada vez va pesándonos más y cuando llega el momento de elegir una carrera, nos sentimos presionados y pensamos: Tengo que triunfar y ganar. Lo más extraño es que en esa educación para el éxito, no nos hablan del fracaso.
Empezamos la vida laboral y no estamos preparados para cuando las cosas no salen bien: no me dan el trabajo, no me dan el aumento, no aprueban mi idea. Generalmente no sabemos resolver problemas ni conflictos emocionales a nivel laboral.
En la educación para el éxito está muy mal visto que no te salgan las cosas bien, no se considera el error como una oportunidad para aprender y crecer.
Al momento de emprender tienes la presión de lograrlo a la primera y sin cometer errores. Cuando en realidad el problema no es cometer el error sino, no saber qué hacer con eso o cómo resolverlo.
Como no nos enseñaron a mantener una relación amigable con el fracaso, cualquier error lo vivimos como una tragedia y en medio de la recriminación propia, no vemos lo que se devela en esa situación para nuestro aprendizaje.
Si estás emprendiendo, es importante que comiences a entender los errores como espacios para aprender, registrando lo que pasó.
Después de equivocarte, pregúntate: ¿Qué me paso? ¿Por qué pasó?
Por mejor y creativa que sea tu idea de negocio, deberá responder a una necesita específica del afuera, para lo cual es importante que evalúes el mercado.
Al momento de emprender, es fundamental que conserves tu ímpetu, voluntad y que creas en lo que estás haciendo. Ten apertura a las críticas que el mercado o tus clientes te manifiesten sobre tu negocio, sean buenas o malas. Sólo así podrás adaptarte a lo que realmente hará funcionar y crecer tu emprendimiento.
Entiende el fracaso de una forma diferente. No es malo salir a fracasar. La reconciliación con el fracaso no es hacer las cosas pensando que no te van a salir bien. Es pensar qué información y oportunidad te trae una mala situación para aprender y crecer.
Si eres un emprendedor vas a fracasar muchas veces y cada vez que aprendas y experimentes cosas nuevas, eso traerá consigo nuevos fracasos.
Ten una actitud positiva y de apertura al aprendizaje ante el fracaso y podrás lograr que la frustración desaparezca.
La diferencia entre el fracasado y el exitoso es que uno aprendió, asimiló y aplicó lo que el error le trajo y el otro se quedó recriminándose y atrapado en el “no puedo”.
Te invitamos a que nos compartas qué has aprendido de tus fracasos y cuáles han sido los más difíciles de superar.